El mes
pasado yo estuve de vacaciones en San Francisco. La ciudad es conocida por su belleza pero, sobre todo, por
sus destinos turísticos, incluyendo el puente Golden Gate, los tranvías, y su
arquitectura victoriana. La plaza principal
es llamada «Union Square», ubicada en pleno centro de la ciudad, y es la zona
comercial más conocida. Se encuentra allí un gran monumento que preside la
plaza y que conmemora la victoria del almirante Dewey en la bahía de Manila
durante la guerra entre España y Estados Unidos en 1898.
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Union Square. Foto tomada
en abril de 2013. |
Siendo
tantos los filipinos que se instalaron en el área de la Bahía de San Francisco,
no es raro oír tagalo en las calles y tiendas de la ciudad. De hecho, la ciudad
cercana de Daly City, los filipinos constituyen al menos 30% de la población. Es, por tanto, sorprendente que muchos
hijos de inmigrantes filipinos no sean bilingües. Muy a menudo los padres hablan
con sus hijos en inglés y los niños suelen contestarles en ese idioma, y dejan
de hablar tagalo (o su idioma nativo). Con el paso del tiempo, los «Fil-Americans» pierden el
dominio de su lengua natal y terminan por utilizar sólo el inglés.
A mi
prima, por ejemplo, luego de tantos años lejos de Filipinas, se le esta
olvidando el tagalo. Ella no habla español tampoco, a pesar de que vive con su
abuela, quien es una perfecta castellanohablante.
Lo
lamentable es que sabemos las ventajas de ser bilingüe o trilingüe. Pero enseñar
o no a sus hijos más de un idioma sólo depende de usted. ¿Quién lo va a hacer?
El gobierno, no.
En 1930,
Rafael Palma escribió en el periódico «Voz Española» sobre los beneficios de la
conservación de la lengua española al lado del inglés y el idioma nativo. Fue el autor de
varios libros, entre ellos «Biografía de Rizal», que fue traducido al inglés y
publicado bajo el título «Pride of the Malay Race» en 1949. Este escritor y
periodista fue elegido senador en 1916, y nombrado el cuarto presidente de la Universidad de
Filipinas en 1925.
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Don Rafael Palma |
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La mentalidad de la Raza como resultado de la fusión de culturas e idiomas
La conservación de la
lengua española al lado de la inglesa y de una autóctona no es un obstáculo
para el desenvolvimiento de una cultura nacional vigorosa y característica. Así
como el río es más rico cuando recibe su caudal de diversos afluentes, así la
cultura nacional es más extensa y variada cuando se surte de manantiales de
distinto origen.
Aunque desde el punto
de vista político se pueda decir que es y ha sido desafortunado y hasta
desastroso que el pueblo filipino haya salido de la soberanía española para
caer bajo la soberanía de los Estados Unidos, sin embargo, considerado este
incidente histórico en sus aspectos lingüístico y cultural, puede dar lugar a
resultados favorables, si nosotros sabemos aprovechar las oportunidades que nos
brinda tanto la cultura española como la anglo-sajona para la formación de una
mentalidad propia.
Del mismo modo que se ha
comprobado que no existen razas puras, tampoco existe una cultura pura y
exclusiva. La cultura de un pueblo se desarrolla por el contacto con otros
pueblos y la superposición o conglomeración de los elementos de cultura ajenos
con los propios es lo que favorece el incremento y enriquecimiento de la
cultura nacional.
Por este motivo, tanto
aquellos que han recibido su educación bajo la influencia de la lengua inglesa,
como los que se educaron bajo la influencia española no deben mirarse como
enemigos ni considerarse los unos superiores o más aventajados que los otros,
pues que estas dos corrientes de cultura podrán bifurcarse por algún tiempo
pero a la larga, cuando hayan sido asimiladas en el alma de la raza, volverán a
unirse desaguando en un mismo cauce y mezclándose en un mismo lecho para formar
la cultura típicamente filipina.
Rafael Palma
Presidente de la Universidad de Filipinas
y de la Academia Hispano-Filipino
Voz
Española
25 de julio de 1931