Actualmente
el nombre “María Clara” se suele identificar con el personaje femenino principal
de la Novela Noli Me Tangere o el vestido tradicional de la filipina. No
obstante, durante la época colonial María Clara se convirtió en el símbolo del
país, la esperanza de la nación,
de su historia y cultura, y también la imagen idealizada de las mujeres
filipinas.
El personaje de María
Clara está basado en una hermosa joven
llamada Leonor Rivera, quien fue el
primer amor de Rizal.
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A Fernando Ma. Guerrero se le conocía como “Príncipe de los líricos filipinos” en castellano. Para los amantes de la literatura hispano-filipina, el autor del cuento abajo no necesita ninguna introducción. Su libro de versos Crisálidas se publicó en 1914, que incluía también el poema del mismo nombre, María Clara.
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María Clara me miró
largamente: en sus ojos florecía aquella infancia de estrellas que vio la
pálida musa de Rettée.
—¿Qué dices, María
Clara?...
Silencio aún. El verbo no
desfloraba los labios de la virgen espiritual… Todas las ansiedades despertaron
como en arranque de rebelión en mi pecho…
—Háblame, María Clara,
háblame…
Y María Clara sonrió
tristemente con una sonrisa autumnal y efímera y luego me tendió una de sus
manos blancas, manos de lirio y de seda, manos de amor y de piedad…
—No, —me ha dicho María
Clara —yo no puedo morir. Soy el espíritu de mi raza, de tu raza; soy la
encarnación de todas las tristezas, de todas las glorias, de todas las alegrías
de la Patria… Yo vivo en ti, como he vivido, como viviré, si tú no me
traicionas ni olvidas mis palabras buenas…
¡Ah! Sí. Era en verdad muy
buenas las palabras de María Clara. Son muy buenas.
—Yo no te traiciono, yo no
olvido lo que me dices —la he contestado —Mírame, soy el mismo de siempre; un
poco más triste y más agobiado por el fardo de la vida, es verdad, pero siempre
á tu lado, siempre queriéndote como a mi propia madre… ¡siempre tuyo…! Sólo así
podremos salvarnos, ganar la gloria y coronarnos de laurel…
María Clara no me ha
respondido, pero se ha llevado la diestra al pecho y me ha entregado su
corazón:
—Tómalo, —me ha dicho María
Clara—es mi recuerdo para ti… Yo di a Rizal ese corazón; yo quiero dárselo á
todos los filipinos… Con él seréis grandes, fuertes, y triunfadores.
—¿Y el peligro? ¿y la mano
armada de hierro? ¿y el abismo hondo y la cumbre inaccesible?
—Nada de eso existe —ha
replicado María Clara —cuando la voluntad está pronta, cuando la voluntad es
verdadera… Yo sabré animarte. Sígueme. ¿No sabes que mis besos dan vida?
Desvaneciose el ensueño, y
desde entonces he seguido a María Clara — sombra de amor y de poesía — por el
triste camino de la vida.
Y María Clara me ha besado.
Fernando
Ma. Guerrero
El
Renacimiento. Manila