Tanto
para los filipinos que viven en su país, como para los que residen en el
extranjero, el 9 de mayo es un día especial para elegir el Presidente de la
República.
A lo
largo de la historia filipina, la campaña electoral han generado controversia.
Los
candidatos se acusan entre ellos de comprar sufragios y usar sucias artimañas
políticas. Puras mentiras de principio a fin. Todos se proclaman ganadores y ninguno acepta su derrota con gracia. Como dicen aquí, no hay perdedores, sino solo tramposos.
Este
cuento publicado en 1931 trata de la disputa entre ex amigas y la campaña
electoral de sus maridos. El
título nos dice qué clase de políticos hay en nuestro país. Desafortunadamente,
no sabemos casi nada acerca del autor.
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Anoche los añonuevistas
tuvieron un mitin de avance en la plaza con su consabida banda de música, sus
tabacos y refrescos. Sabía yo que lloverían “ramilletes” a granel para
Juan. Juanito, nuestro primogénito
estaba enfermo y decidí quedarme en casa. desde mi aposento podía oír los
aplausos, los gritos y risotadas. —¿Qué será? — me preguntaba por centésima vez
a mi misma cuando llegó Juan jadeante, casi corriendo.
—¡Elisa está dirigiendo la
palabra al publico! Nos llaman pordioseros, aventureros, ingratos… Si el
público sigue con ese entusiasmo que de muestra hoy, tenemos que declararnos
derrotados…
—Espera, voy contigo.
—Los espectadores abrieron
paso. Elisa estaba en el apogeo de su discurso.
—Ahí tenéis al que aspira
—ponerse al frente de nuestro gobierno provincial. ¿Qué ha hecho por el pueblo?
Electorado de Sta. Cruz; ¿Preferiréis a un aventurero, a un advenedizo?
¿Elevaréis al gobierno de la provincia a un hombre que no ha dado ninguna
prueba de capacidad más que la de ser un mal amigo y un traidor?
—¡Tú sabes que no dices la
verdad, embustera! —chillé a pleno pulmón —¡Déjame hablar y cantaré verdades!
—¡Qué hable Mrs.
Victorioso! ¡Qué hable!
Para el público, ávido de
sensaciones, aquel espectáculo gratis era sin precedentes. Para mí, una escena
repugnante que me llenaba de nauseas. La lucha electoral se había convertido en
una riña vulgar de comadres.
—¡Mabuhay si Mrs. Victorioso! Mabuhay si Mrs. Añonuevo! ¡Qué hable
Mrs. Victorioso!
Con los ojos llameantes y
el pecho palpitante subí a la tribuna:
—¡Pueblo de Sta. Cruz!
Pueblo valeros e inteligente! ¿Os
dejaréis engañar tan fácilmente por una voz insinuante, por palabras
almibaradas y viles calumnias. ¿Os declaráis esclavos de las zalamerías vulgares
de una muñeca de carne? ¡Abrid los ojos, veréis que por seis años habéis sido
el hazmerreír de las provincias vecinas y la pesadilla de la constabularia! ¿En
que letargo os han sumido los halagos, que hasta hoy no os habéis entregado
vuestro honor y vuestra reputación en manos de personas sin escrúpulos que se
alimentan de vuestras flaquezas y os arruinan desvergonzadamente? ¿Os han
cegado tan completamente que no veis a vuestra querida provincia sumida en la
miseria y deshonor? ¿Qué es lo que oculta de vuestros ojos los centros de vicio
de vuestra provincia, verdaderas madrigueras oficiales de opiómanos, jugadores
y estafadores. ¿Qué hace vuestro gobernador? En vez de vindicar a la provincia
que le ha elegido dos veces, se sienta complacientemente con su sonrisa a flor
de labio… ¿Qué enigma encierra en su sonrisa? Hoy mismo os daré la clave de…
—no pude continuar.
—¡Es una calumnia! ¡Vengan
las pruebas! —vociferaban los Añonuevistas.
—¿Las pruebas? Vuestra
“honorable gobernadora” os las dará — volví bruscamente la cara hacía donde
estaba Elisa. Pálida, con los labios temblorosos, sus ojos lacrimosos
imploraban compasión. Aquellos ojos suplicantes me desarmaron. —¡Ciudadanos de
Sta. Cruz! Vuestra gobernadora no se siente bien, pero os dará las pruebas en
el próximo mitin — concluí socarronamente.
Y hoy… Pues hoy ya es casi
nuestra la victoria. Mis insinuaciones de anoche se esparcirán como un
relámpago por toda la provincia. Buscarán pruebas y las encontrarán. ¡Cualquier
trama es leal y legal en el campo del amor y la política!
Josefa
D. Diaz
Philippine
Free Press. Manila